Proactividad: Circulo de Preocupación, Influencia y Atención

Proactivo vs Reactivo Círculo Influencia vs Preocupación

En este post continuamos hablando sobre la proactividad, desde la perspectiva que proporciona Stephen Covey en su best seller Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, y en su obra Primero lo Primero, junto a Roger Merrill y Rebeca Merrill. 

Concretamente, sobre una forma de tomar conciencia de nuestro grado de proactividad que consiste en examinar en qué invertimos nuestro tiempo y nuestra energía.

¿En qué invertimos nuestro tiempo y energía?


Proactividad: círculo de preocupación, influencia y atención

Podemos dedicar nuestro tiempo y energía a nuestro círculo de preocupación, nuestro círculo de influencia o nuestro círculo de atención.  

Estos círculos guardan una estrecha relación con los problemas sobre los que no tenemos ningún control, sobre los que controlamos de manera indirecta, o sobre los que ejercemos control directo.

Dentro de nuestro círculo de preocupación se encontrarían aquellas cosas que nos interesan y nos preocupan. Sobre algunas no tenemos ningún control y sobre otras podemos hacer algo. Estas últimas las podemos englobar dentro de un círculo de influencia

Las personas proactivas invierten su tiempo y energía en su círculo de influencia, dedicándose a las cuestiones sobre las que pueden hacer algo

Por el contrario, las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. Ponen el foco en problemas que no pueden controlar, como los defectos de otras personas o las condiciones económicas desfavorables. 

Esto deriva en sentimientos de culpa e impotencia, acusaciones y lenguaje reactivo, centrado en quejas, críticas destructivas y lamentaciones.

Dedicar sus esfuerzos a las cuestiones sobre las que no ejercen ningún control les lleva a disponer de menos tiempo y energía para centrarse en aquellas cuestiones sobre las que sí pueden hacer algo

De este modo, su círculo de influencia se hace más pequeño, dado que el día tiene 24 horas, y todos los minutos que se dedican al círculo de preocupación, no se pueden dedicar al círculo de influencia.

Por último, encontramos el círculo de atención, que es el área del círculo de influencia en el que empleamos nuestro tiempo y energía con mayor efectividad.

Son los asuntos más próximos a nuestro auténtico ser, a nuestro carácter, a nuestra conciencia, las pequeñas acciones del día a día que nos acercan a nuestros propósitos superiores, a nuestra misión y visión

Porque como sabéis, necesitamos aterrizar nuestra visión y nuestras grandes metas, en acciones diarias y semanales, para poder avanzar hacia ellas. En caso contrario, nos alejamos de nuestros propósitos y se quedan abandonados en la esfera de los sueños incumplidos. 

Proactividad: problemas de control directo, indirecto e inexistente

En estrecha relación con los tres círculos encontramos que nuestros problemas se pueden agrupar en tres categorías:

  • Control directo, que se relacionan con nuestra propia conducta. 
  • Control indirecto, que se vinculan con la conducta de otras personas.   
  • Inexistencia de control, que son problemas sobre los que no podemos hacer nada.  

Los dos primeros podríamos ubicarlos en el círculo de atención y en el círculo de influencia. Los terceros en el círculo de preocupación

De este modo, los problemas de control directo se afrontan trabajando sobre nuestros hábitos, actitudes y conductas. Tratando de ser más pacientes, perseverantes, ordenados, creativos, disciplinados…dependiendo de lo que requiera cada situación. 

Los problemas de control indirecto se abordan cambiando nuestros métodos de influencia, como cuando sustituimos la confrontación por la empatía, o la persuasión por dar ejemplo.

Así, en lugar de decirle a alguien cincuenta veces que haga algo (ordena el despacho, recoge la habitación) podemos predicar con el ejemplo manteniendo nuestras estancias limpias y ordenadas. 

Muchas personas sólo utilizan dos o tres métodos de influencia. Comienzan razonando, y si no les da resultado, pasan a luchar o huir (nuestros impulsos primitivos).

Por ello, puede ser recomendable cambiar tus métodos de influencia, de vez en cuando, especialmente si los que utilizas no te dan resultado. 

Los problemas de inexistencia de control se encuentran en nuestro círculo de preocupación, pero eso no significa que no debamos abordarlos. Precisamente, es muy importante saber cómo hacerlo, para que no consuman nuestro tiempo y energía.  

Para afrontarlos debemos asumir la responsabilidad de modificar nuestras actitudes, aceptarlos con calma, sonreír, y aprender a vivir con ellos.

Cuando los problemas realmente se encuentran en esta categoría, y no vamos a poder solucionarlos cambiando nuestros comportamientos ni nuestros métodos de influencia, lo mejor es aprender a convivir con ellos, aunque no nos gusten. 

Porque como decíamos previamente, cada vez que nos enfadamos, irritamos o disgustamos por algo sobre lo que no podemos hacer nada, durante digamos una hora, vamos a consumir ese tiempo que no podremos dedicar a nuestros círculos de influencia y atención. 

De este modo, aunque el problema en sí, pertenezca a nuestro círculo de preocupación, el modo en que lo vemos y lo aceptamos, se encuentra en nuestro círculo de influencia y atención.

Citas de Stephen Covey


Podemos concluir este post, retomando dos citas literales de Stephen Covey al respecto: 

“Dentro de nuestro círculo de influencia están los cambios de nuestros hábitos, de nuestros métodos de influencia, y del modo en que vemos las dificultades que no controlamos”. 

“Cuando trabajamos en nuestro círculo de preocupación otorgamos a cosas que están en su interior el poder de controlarnos. Trabajando sobre nosotros mismos en lugar de preocuparnos por las condiciones, podemos influir sobre las condiciones”  

¿Te ha interesado este punto de vista? En el post titulado Proactividad = Responsabilidad + Iniciativa, continuamos hablando sobre el tema.  

O si lo prefieres te invito a leer el artículo de Stephen Covey, en el que plantea que los siete hábitos son importantes y están conectados, pero el primero, la proactividad, es fundamental para el desarrollo del resto.   
 
Y por último, ya sabes: ¡Aprende, Actúa, Avanza! 

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